Te gusta escribir y tienes una cantidad increíble de ideas anotadas, pero cuando quieres plasmar esas ideas sobre papel y convertirlas en historias, de repente te entran las dudas y surge el problema principal: ¿cómo comienzo a escribir una historia?
Una idea, en su presentación más básica, no deja de ser una pequeña semilla que tiene mucho potencial y nos atrae para escribir algo. De esto ya hemos hablado con frecuencia en el blog y hemos comentado algunos métodos para crear con facilidad todas las ideas que nos hagan falta, sin necesidad de que nos ayude ninguna musa:
- Binomio fantástico
- ¿Qué ocurriría si…?
- Inspirarse en las noticias del periódico
- Inspirarse en mitos y fábulas clásicas
Pero lo importante es entender que con el uso de estos métodos obtenemos una idea muy simple: un punto de partida. Y si no estás acostumbrado a elaborar tus ideas, es bastante probable que cuando comiences a escribir tu historia te encuentres con la mente en blanco y sin saber qué contar.
Puede ser que quieras escribir una historia de amor en la que tu protagonista —una astronauta-princesa— regala un ramo electrónico de flores a uno de sus mecánicos interestelares. Pero quitando eso, sabes poco más acerca de la historia.
Y entonces, tras describir un poco el puerto galáctico y los hangares que quedan al este del palacio, el frío polar que caracteriza el planeta y unas criaturitas muy monas cuyo nombre aún queda por determinar, comienzas a ver que no tienes mucho más que decir…
¿Por qué?
Por una razón muy sencilla: de momento solo tienes la semilla de una idea. Y tienes que aprender a cultivarla y trabajarla con mimo para que crezca y se desarrolle lo suficiente como para que contenga los elementos básicos que toda historia ha de tener.
“Tener ideas es sencillo. Es la ejecución de las ideas lo que separa la paja del trigo.”―Sue Grafton.
Y de esto es de lo que voy a hablar hoy. De cómo dar los primeros pasos para que esa pequeña idea que tenemos deje de ser una idea y comience a ser una historia que podamos contar. Aunque, como veremos, esta transformación no es del todo sencilla, como dice Enrique Páez en su libro de técnicas narrativas:
“Una buena idea germinal es importante para escribir un relato o una novela, pero no lo es todo. De momento solo es eso: una idea. Transformar esa idea, por muy buena que sea, en un relato que valga la pena es la tarea más difícil del proceso de la escritura.” —Enrique Páez en Manual de técnicas narrativas.
Y, por supuesto, hay muchas formas de desarrollar las ideas. Si esta forma en particular no te convence, dejo como referencia otros blogs y libros
para que indagues más al respecto.
Al final lo que cuenta es que encuentres un método que te funcione.
Índice
Los ingredientes que componen una historia
El primer paso para desarrollar tu idea es asegurarte de que contenga los elementos básicos de una historia, porque por mucho que pongas un título a un texto y escribas varias páginas sobre un tema, esto no implica que lo que hayas escrito sea un relato.
Una historia —para que sea historia y no una anécdota u otra cosa—, tiene que tener una serie de elementos básicos, que podemos resumir, de momento, en dos:
- Un personaje que desee conseguir algo.
- Un obstáculo que impida al personaje conseguir ese algo con facilidad.
Sencillo, ¿no?
Después veremos que en verdad se puede profundizar mucho más y que surgirán nuevos elementos, pero de momento para desarrollar la idea podemos centrarnos en estos dos aspectos.
Ejemplo de idea como punto de partida
Hace unos días, en la parada de autobús vi que una niña pedía a su madre que le comprase un paquete de cromos. Su madre, enfadada, se negaba en rotundo a comprarle más. La niña estaba a punto de romper a llorar y le decía a la madre “solo me quedan tres cromos para acabar la colección”…
A los pocos segundos llegó mi autobús. Así que no sabré si la madre compró los cromos a la niña. Pero hubo algo en ese momento, quizá la irritación y el deseo de la niña por conseguir los cromos, que me llamó la atención.
Así que este es mi punto de partida para la historia que voy a trabajar hoy: una niña que quiere hacer lo imposible por conseguir los últimos tres cromos de su colección.
Como ves, no es una idea muy sofisticada. Y lo que pretendo mostrarte con este post es que cualquier idea puede ser buena, siempre y cuando sepas trabajarla.
¿Te animas a ver cómo queda cuando apliquemos los siguientes pasos?
Los personajes
“Tus personajes serán las personas, ratas, peces, coches o robots que seguiremos a lo largo de toda la historia. Las lecciones que aprenden, los desafíos a los que se enfrentan y los sentimientos que sienten serán compartidos por la audiencia”. —Ronnie del Carmen en Pixar in a Box, “El arte de contar historias”.
Como bien dice Ronnie del Carmen —co-director y uno de los escritores de la película Inside Out de Pixar—, los personajes son los que viven la aventura contada por el narrador. Son los encargados de vivir, enfrentarse a sus miedos y superarse, y los que llevan de la mano al lector durante la aventura para que el lector no se pierda nada.
Curso de Pixar gratuito: Por si te interesa, las cita de Ronnie del Carmen está sacada de la siguiente lista de videos en inglés, que creo que explica a la perfección los conceptos más básicos sobre los personajes, y pertenece al curso gratuito de Storytelling creado por Pixar en Khan Academy. Si sabes inglés, no dudaría en ningún momento en apuntarme gratis al curso de storytelling.
Normalmente, como lectores, esperamos en toda historia que llegue un momento crucial: cuando el protagonista anuncia que quiere conseguir algo.
En el ejemplo anterior, el momento será cuando María anuncie que desea conseguir los últimos tres cromos de su colección. Pero en otras historias puede ser que el protagonista, tras la muerte de su padre, prometa vengarse del asesino; o que el protagonista, tras verse en penurias económicas, decida abandonar su carrera como músico para trabajar y mantener a su hijo, aunque deje claro su deseo de ganarse la vida como músico; o que la protagonista, fan de los coches de carreras, quiera competir para representar a su país en la competición más prestigiosa de fórmula uno.
Nota: Un protagonista que no tiene el deseo de conseguir algo es un personaje soso, que nos contará alguna anécdota y descripción curiosa, pero que no hará que el lector se estremezca en su sillón. Más que nada porque si no hay deseo, no hay motor que permita comenzar la historia.
“Cuando eliges una película, cualquiera de tus películas favoritas, en realidad te gusta saltar a la parte donde el personaje dice: “Quiero hacer esto”, “Quiero ser campeón”, ”Quiero ser el rey”, “Quiero ser el mejor chef del mundo”. Los personajes tienen esa meta y trabajarán todos los días, cada segundo del día en su historia para que eso suceda”. —Ronnie del Carmen, curso de Pixar in a Box.
Y es que puede ser que tu personaje anhele la paz mundial, quiera ganar el campeonato de béisbol de su país, salvar a su pareja de las fauces de una bestia, recorrer el mundo en bicicleta o encontrar los últimos cromos que le faltan para completar su colección de aeronaves.
Lo importante es que el personaje quiere algo.
Y ese “algo” es realmente importante para él o para ella, ya que una vez que sabemos —como lectores— lo que desea el protagonista, la historia cobra vida y se pone en marcha.
La fuerza del deseo
Ahora que sabemos que María desea terminar su colección de cromos, necesitamos entender por qué terminar esta colección es tan importante para ella. Porque si resulta que María se olvida de la colección de cromos en cuanto llega a casa…pues mucho deseo no tenía, y esa historia que teníamos pensada en la que María lo pasaba mal para conseguir el cromo no tiene mucho sentido.
Así que aquí te dejo dos preguntas que suele venir bien preguntar al protagonista de tu historia:
- ¿De verdad quieres tanto conseguir lo que te has propuesto?
- ¿Hasta qué estarías dispuesto para conseguirlo?
La primera pregunta va encaminada a saber por qué el lector debería empatizar con la causa de María. A fin de cuentas, como lectores, queremos saber qué está en juego. Y la segunda está encaminada a asegurarnos de que cuando llegue un obstáculo, María estará dispuesta a hacer todo lo posible por conseguir lo que quiere.
Y, si soy sincero y me pregunto qué ocurre si María no consigue acabar la colección de cromos, me imagino a una niña que estará triste durante unos días, pero que pronto encontrará otras colecciones o divertimentos con los que entretenerse.
Se olvidará de la colección a menos que los cromos sean importantes para María porque signifiquen algo más…
Y me pregunto: ¿por qué un cromo podría resultar importante para una persona?
Y una opción que se me ocurre es que completar la colección de cromos tenga algún tipo de valor sentimental y simbolice algo diferente.
Así que, tras pensar un buen rato, ahora puedo pasar a refinar un poco la idea:
¿Qué ocurriría si nos enteramos de que María estaba muy unida a su abuelo, que era piloto, y que juntos coleccionaban cromos de aeronaves? ¿Qué ocurriría si el abuelo ha fallecido recientemente y ahora María no hace más que pensar en completar la colección de cromos que empezó con su abuelo porque le echa de menos y no sabe como lidiar con la pérdida de un ser querido?

Ahora me imagino a María, que lleva siempre consigo una foto en la que sale con su abuelo y una aeronave de fondo, de cuando María voló por primera en la avioneta de su abuelo, y su abuelo le mostraba los terrenos de la granja, y de cómo, cuando el abuelo tenía ocasión para recoger a María del colegio, le llevaba un paquete de cromos y juntos se entusiasmaban por descubrir nuevas aeronaves…
Normal que ahora que su abuelo ha fallecido y solo le queden unos cromos para completar la colección, María quiera acabarla.
Ahora, como lector, entiendo mejor la situación de María. Comprendo que el cromo tiene valor sentimental y que María echa de menos a su abuelo, y esto me permite entender por qué María estará dispuesta a hacer casi cualquier cosa con tal de acabar la colección.
Aunque eso implique, por ejemplo, enfrentarse a su madre en una parada de autobús, escaparse de casa, saltarse alguna norma del colegio o viajar a otro país, por ejemplo.

El conflicto: la dificultad del obstáculo
Si María consigue con facilidad los últimos cromos que le faltan, lamentablemente no tendremos una historia.
Necesitamos que haya un conflicto, una confrontación entre el deseo que tiene María de conseguir los cromos y un obstáculo que se oponga a ello y dificulte las posibilidades que tiene María de completar la colección hasta el punto de que como lectores dudemos de si será posible para María conseguirlo.
Y el obstáculo puede estar representado de muchas formas. Por ejemplo, podría ser:
- Un villano: Un coleccionista compulsivo que compra y almacena todos los cromos de un avión específico.
- Un miedo interno: Quizá María tiene miedo a salir a la calle (agorafobia) y entonces no puede comprar o cambiar cromos.
- Una máquina: a lo mejor el programa informático que imprime los cromos por algún tipo de error no es capaz de imprimir el último cromo de la colección…
Y dicho así, se podría decir que lo que necesitamos es tener a un personaje con un deseo, y que después le ponemos un obstáculo que dificulte el conseguir el deseo.
En este caso, cualquiera de los ejemplos de villano, miedo interno o máquina servirían a la perfección.
Pero me gustaría matizar un poco más acerca de los obstáculos, ya que creo que son una herramienta excelente para poner a prueba al protagonista y enseñarle poco a poco lo que necesita aprender para llevarle a superarse así mismo.
Por eso me gusta mucho el comentario de Ashton Corbin acerca de los obstáculos:
“Pienso en cuál es la mejor manera de hacer que este personaje se dé cuenta de qué necesita lograr”—Ashton Corbin, Storyboard Artist en Pixar, curso Pixar in a Box.

Volvamos al ejemplo.
Ya sabemos que María quiere conseguir el cromo porque tiene valor sentimental para ella. Pero lo que María necesita aprender en este caso es a lidiar con la muerte de su abuelo.
Así que no nos vale cualquier obstáculo. Tenemos que encontrar uno que, una vez superado, enseñe a María algo importance acerca del duelo por la muerte de un ser querido:
¿Qué obstáculo podemos poner entonces?
Para mí una de las mejores formas de encontrar obstáculos adecuados es crear una lista extensa de posibilidades —por estúpidas que parezcan— y ver cuál se ajusta mejor a las necesidades de aprendizaje del protagonista. Algunos ejemplos de obstáculos (no todos son válidos):
a) Uno de sus mejores amigos tiene el cromo que le falta.
b) El cromo está agotado.
c) El último cromo no ha salido en su país. Solo ha salido, por ejemplo, en Francia.
d) El cromo está en una tienda local y cuesta 10 euros.
e) Las pocas unidades del cromo las tiene un “coleccionista profesional” obsesionado con esa aeronave en concreto.
f) El cromo no existe. Fue un error a la hora de diseñar la colección.
De un vistazo, es fácil eliminar las opciones que no van a suponer un reto para María. Por ejemplo, si un amigo tiene el cromo, María solo tendrá que pedírselo para terminar la colección. Algo parecido ocurre si el cromo cuesta 10 euros. Quizá sea muy caro, pero es algo sencillo de conseguir.
Recuerda que si María consigue el cromo —superar el obstáculo— con facilidad, más que una historia tenemos una anécdota. O, como mucho, una historia muy sosa.
Sin embargo, la opción de que el cromo se encuentre en otro país o de que el cromo no exista, parecen retos lo suficientemente difíciles como para atraer la atención del lector y picar su curiosidad. Y bien enfocados, pueden permitir a María aprender algo sobre el duelo.
Dar significado al obstáculo
Vamos a centrarnos en el aprendizaje de María. Porque es importante que la María que comienza la historia no sea la misma al acabar el relato. María se verá obligada a enfrentarse a un obstáculo, tendrá que tomar decisiones y como consecuencia aprenderá algo que le hará cambiar como personaje.
Y de todos los obstáculos que he listado, el que más me atrae personalmente es que el cromo que le falta a María no existe.
Así que me imagino que María entra en una tienda de coleccionismo, y el dependiente —un chico muy majo—, le informa de que de los tres cromos que le faltan, le puede vender dos, que el otro cromo nunca se ha llegado a imprimir.
Nota: Conseguir que el lector se pregunte si el protagonista será capaz de superar el obstáculo es una buena indicación de que tu historia va por buen camino.
Por una parte, creo que este obstáculo sorprenderá al lector y le hará pensar: ¿Y ahora qué hará María? Si no existe el cromo, ¿no terminará jamás la colección?
Y por otra parte, si el cromo no existe, el álbum se quedará con un vacío difícil de rellenar, un hueco que quedará para siempre visible en la colección de María…¿os suena de algo esto?
Se podría decir que este hueco que queda en el álbum es una metáfora del vacío que ha dejado el abuelo en la vida de María, ¿no?
Así que si María se enfrenta a este obstáculo (la no existencia del cromo), María se enfrentará en verdad al tema que trata la historia: cómo sobrellevar la muerte de un ser querido.

Y si os dais cuenta, si cambiamos el obstáculo por otro, como por ejemplo, que María tenga que viajar a otro país para conseguir el cromo, hablaremos de cosas diferentes: buscaremos quizá la soledad de María en un país extranjero, y ese convivir con la soledad será la forma que tenga María de afrontar el duelo.
Tamaño del obstáculo: relato breve o novela
A medida que transformas la idea, seguramente comenzarás a ver síntomas del tipo y magnitud de la historia que tienes entre manos.
En este caso, y dado que suelo escribir relato breve, voy a enumerar los pasos que doy para terminar de desarrollar la idea.
Relato breve
De momento veo que esta historia podría ser adecuada para un relato breve.
Así que en este caso, ahora solo necesitaría buscar un final y no desarrollar más la historia.
¿Cómo se enfrenta María al obstáculo de que no existe el cromo necesario para completar la colección?
Pues no sé si os acordáis, pero os voy a enseñar el párrafo de la idea inicial:
“Ahora me imagino a María, que lleva siempre consigo una foto en la que sale con su abuelo y una aeronave de fondo, de cuando María cogió por primera vez un avión y su abuelo le enseñó los terrenos de la granja, y de cómo, cuando el abuelo tenía ocasión para recoger a María del colegio, le llevaba un paquete de cromos y juntos se entusiasmaban por descubrir nuevas aeronaves y terminar la colección de cromos.”
Pues bien, ¿qué os parece como final que María recorte la foto que ha llevado todo este tiempo consigo, esa foto en la que posa junto al abuelo y su avioneta y que tiene tanto valor sentimental para ella, y que pegue la foto en el lugar donde falta el cromo para completar la colección?
Creo que sería una buena forma de cerrar la historia para el relato: María ha tapado el vacío que sentía y podrá continuar con su vida, y aunque ahora no lleve la fotografía a todas partes, esa foto ocupa un lugar muy importante en la afición que el abuelo y ella compartían.
María ha cerrado la colección y este ciclo de su vida, y puede comenzar uno nuevo.
Recursos para continuar esta lectura
Si quieres saber un poco más sobre cada tema, te recomiendo estas lecturas ordenadas por temáticas:
- Si quieres saber más sobre el deseo del protagonista y el conflicto narrativo, Gabriella nos lo cuenta en este post de 9 técnicas para emocionar a los lectores, Marta tiene un post increíble sobre cómo construir el conflicto narrativo, Inteligencia Narrativa nos habla de los tipos de conflicto narrativo en las historias y Literautas dedica dos post cortos sobre el conflicto de los personajes.
- Si quieres ahondar un poco más en la creación de personajes, te recomiendo este lista extensa de Sinjania para crear personajes, el decálogo de Literautas y estos trucos de Gabriella.
Y si quieres leer más en profundidad sobre estos temas, te recomiendo que eches un vistazo a la sección de novelas recomendadas y libros recomendados para escritores, donde encontrarás, entre otros títulos, estas tres recomendaciones:
- Manual de técnicas narrativas, de Enrique Páez.
- La práctica del relato: manual de estilo literario para narradores, de Ángel Zapata.
- El arte de la ficción, de John Gardner.
Y piensa que si te gustan estos libros, quizá te interese saber más acerca de los talleres literarios, ya que estos manuales están basados en el temario que se imparte en las clases de escritura creativa.
Ya toca despedirse, pero si recapitulamos brevemente y volvemos al comienzo del post, podemos ver que la idea ha cambiado bastante desde que era un simple punto de partida:
“Así que este es mi punto de partida para la historia que voy a presentaros hoy: una niña que quiere hacer lo imposible por conseguir los últimos tres cromos de su colección.”
Ahora la idea ya cuenta con los ingredientes más básicos de una historia.
Todavía queda mucho trabajo para tener un primer manuscrito, como vimos en las fases para escribir un relato.
Entre otras cosas, quedaría desarrollar los personajes, trabajar más cada ingrediente de la historia, elegir la voz del narrador, escribir borradores, editar, reescribir, leer en voz alta, corregir, etc.
Pero lo importante es que con apenas unas horas de trabajo puedes desarrollar tu idea (punto de partida) en algo más concreto, hasta que llegue el momento en el que sientas que tienes la suficiente información para narrar la historia que quieres contar.
De esta forma no te quedarás atrancado tan fácilmente y podrás terminar tus historias.
Y, dependiendo de qué te guste más, te lanzarás a escribir la historia con apenas un boceto de lo que quieres contar, o desarrollarás aún más la idea, porque hay tantos tipos de escritores como escritores hay en el mundo.
Pero si no estás acostumbrado a escribir historias, creo que es importante que veas el trabajo que conlleva desarrollar una historia desde la base hasta el resultado final.
Y espero que hoy al menos hayas entendido un poco como puede ser este proceso.
¿Te gustaría una futura entrega de este post para que desarrolle los personajes y los diferentes elementos narrativos hacia la estructura de una novela? ¿Quieres ver otros ejemplos de cómo desarrollar ideas desde el punto de partida hasta tener una estructura definida?
¡Te espero en los comentarios!
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Hola, pues me ha encantado, y eso que son cosas sabidas pero de todas formas viene bien recordarlas así, en formato básico, es como llevar de nuevo los pies al suelo. Y la recomendación del curso de Pixar, estupenda.
En cuanto a los libros, alabo tu honestidad respecto a Amazon, a mi no me agradan los gigantes si bien tengo pendiente el libro de Gardner, cuando lo adquiera lo haré a través de este blog. Saludos y muchas gracias por compartir.
Hola Marusela. Muchas gracias.
El curso de Pixar está genial. Es una pena que sea tan corto. Te espero por aquí. 🙂
Excelente entrada, Álvaro.
La verdad es que nos encontramos a menudo con escritores que tienen una muy buena idea inicial, pero que no saben cómo desarrollarla o sacarle partido. El paso del concepto de inicio (que a veces puede ser muy abstracto) hacia una trama coherente y completa es realmente difícil.
Por eso es importante trabajar todos y cada uno de los elementos que has comentado. Quizá pondríamos especial énfasis en el conflicto, ya que es un elemento capital que, curiosamente, la gente malinterpreta en ocasiones. No siempre es necesario un conflicto obvio, físico, palpable; las motivaciones psicológicas o problemas menos evidentes son, en algunas ocasiones, conflictos excelentes para convertir una idea sencilla en una obra compleja, profunda y sorprendente.
Muchas gracias por citarnos entre los recursos y, de nuevo, enhorabuena por el artículo tan completo y exhaustivo.
Hola Sinjania, me alegra mucho veros por aquí. 🙂
La verdad es que para mí uno de los mayores problemas era como desarrollar las ideas. Y sí, estoy completamente de acuerdo en que no siempre es necesario un conflicto físico. De hecho, muchas veces los mejores conflictos vienen de sutilezas psicológicas que alteran el estado del protagonista y le sumergen en un viaje más interno.
Un saludo y gracias por pasaros.