Hoy tenemos la oportunidad de entrevistar a Bruno Puelles para que nos cuente su forma de trabajar y nos adentre un poco en su última novela de fantasía publicada con Penguin Random House: A dónde van los dragones.
Bruno Puelles es escritor y dramaturgo. Ha estrenado y representado seis obras teatrales en Canarias y Madrid y es el autor de las novelas “A dónde van los dragones”, “Concierto para orquesta invisible”, “Inquebrantables” y “Cuento de otoño”.
Además, Bruno es actor, director y profesor de teatro, e imparte clases de drama en Madrid. Y bueno, como es de imaginar, es un lector ávido, sobre todo de los géneros de aventuras, fantasía y ciencia ficción.
Hola Bruno y bienvenido al blog de Escribirr.com, es un placer tenerte como invitado. ¿Nos podrías contar cómo comenzaste a escribir?
¡Hola, Álvaro! Gracias a ti por ofrecerme la oportunidad de formar parte de Escribirr.com.
Cuando era pequeño me contaban muchas historias y enseguida empecé a inventarlas yo también. Así que cuando aprendí a escribir fue lo más natural comenzar a ponerlas sobre el papel. Las primeras tenían una ortografía horrible y todas las palabras estaban pegadas, porque yo no sabía usar bien la barra espaciadora (debía tener seis o siete años). He mejorado mucho desde entonces y ahora casi siempre pongo los espacios.
¿A partir de qué momento te comenzaste a tomar la escritura como algo más serio?
Aunque siempre he dedicado muchas horas de mi tiempo a escribir, es verdad que después de publicar mis dos primeras novelas cambié de trabajo y tuve la posibilidad de tener entre semana un horario que contemplaba horas para escribir. Creo que eso ha sido el mayor cambio en cuanto a “tomármelo en serio”: incorporarlo a mi rutina como un trabajo, no como actividad de ocio.
Hasta la fecha, has estrenado seis obras de teatro y has publicado, si no me equivoco, cuatro novelas.
Bueno, te diré la verdad. He publicado cinco novelas, pero una de ellas con pseudónimo. ¡Sorpresa! Además, un relato mío, “Elisa”, aparece en la antología “Madre de monstruos” de Tinta Púrpura Ediciones. Lo resalto porque es un relato que me gusta mucho y la antología, un homenaje a Mary Shelley, es estupenda.
¿Tienes algún método de trabajo específico?
Lo que suelo hacer es darle vueltas a la idea que haya tenido, tomar notas y documentarme. Durante esta primera etapa leo un montón, veo documentales, lo que me haga falta para empaparme de la información que necesito para lo que vaya a escribir. Cuando la idea tiene algo más de forma, cuadro un esquema de la estructura y hago varias escaletas con distintos niveles de detalle. Esta es la fase más larga, puedo estar meses o años haciendo esto. Y finalmente me siento y escribo la novela. No sé si esto cuenta como método de trabajo específico.
¿Cuántas horas dedicas a la escritura a diario?
Depende mucho del día. Tengo unas seis horas más o menos que paso delante del ordenador. Las dedico a escribir, pero también a corregir, adaptar textos teatrales, preparar ensayos y clases, llevar las redes y otras tareas ocasionales. Así que según el tiempo que me lleven “las otras cosas”, escribo más o menos horas.
Has publicado tu última novela —A dónde van los dragones— en septiembre de 2018, ¿nos puedes contar un poco cómo te surgió la idea para escribir este libro?
¡No puedo responder a esta pregunta sin destripar la historia! En lugar de eso, te contaré cuáles son las cosas que más me gustan de la novela, y que estoy muy contento de haber podido incluir en ella. La primera es que en el mundo de A dónde van los dragones no haya heterosexualidad asumida, es decir, que todos los personajes pueden tener cualquier orientación sexual hasta que se demuestre lo contrario. A cualquiera le puede gustar cualquiera. La segunda es que haya relaciones poliamorosas y que incluso se desdibuje a veces la línea entre amistad y amor. Creo que en la vida real la amistad implica amor también, y no veo por qué en la literatura tienen que ser dos categorías muy diferentes (y peor aún, con una jerarquía… ¿por qué se dice ser “sólo” amigos, como si fuera menos valioso?). La tercera es que haber vivido una guerra tenga consecuencias psicológicas para los personajes. Creo que en la fantasía hay veces en las que esto se pasa por alto. La cuarta es haber podido incluir a algunos personajes de género no binario (aunque ya me ha dicho une lectore que podrían ser más numeroses… ¡y tiene razón!). Hay más cosas que me gustan de la novela, pero estas son las que más me alegran porque (quizá tontamente) pensé que podrían generar una reacción negativa en la editorial o los lectores y ha sido completamente al revés. Así que estoy muy contento.
“Amel pensaba que Henre estaba loco. —A los dragones no se les doma —le dijo—, es a los jinetes a los que hay que domar. Y tú vas a ser muy difícil. Muy difícil. Eres un salvaje.” En «A dónde van los dragones» has dedicado una gran cantidad de tiempo en crear a los personajes para dotarles de esa vida tan propia y natural con la que evolucionan a lo largo de la historia. ¿Nos podrías contar un poco sobre la naturaleza de Henre y sobre el proceso de creación de los personajes?
Henre es un personaje muy emocional, que al principio de la historia se deja guiar mucho por su intuición y por los demás personajes. Tiene que aprender a racionalizar sus propias decisiones para entenderse a sí mismo y descubrir qué es lo que quiere realmente y cómo conseguirlo. Esto es, al final, la libertad: desde el principio está buscándola, incluso sin saberlo. De hecho, pasa parte de la historia tomando decisiones que parece que le conducen a lo contrario; a estar bajo las órdenes de otros, bajo responsabilidad de otros, porque en ese momento es lo que siente correcto. Aunque no lo es. Algunos lectores me han comentado que esto es lo que les gusta más de este protagonista: que es muy humano, no siempre sabe lo que es mejor para él y se equivoca. También es verdad que se encuentra en situaciones muy complicadas, relaciones tóxicas, circunstancias de mucha violencia y miedo. Es normal que se sienta desamparado en ocasiones y busque apoyarse en otros, dejarse ayudar y confiar en los amigos también es bueno.
Una cosa que hace bien Henre es comprender a los demás, y eso le lleva a formar vínculos muy intensos con otros personajes. Es debido a su don: puede “escuchar” las emociones ajenas e interpretarlas. Por eso se guía mucho por el oído. Los fragmentos en los que narra en primera persona fueron un desafío para mí, que tiendo a apoyarme mucho en la vista para describir.
“Cuento de otoño”, “Concierto para orquesta invisible”, “Inquebrantables” y “A dónde van los dragones” son algunos de los títulos de tus novelas. Si te soy sincero, como títulos me parecen muy interesantes y me invitan a fantasear sobre qué puede tratar la historia. ¿Puedes contarnos un poco el proceso para llegar a esos títulos? ¿Sabes el título de antemano, lo descubres durante el proceso de escritura o lo decides al final una vez has terminado de escribir la novela?
Me alegro de que te inspiren curiosidad los títulos, porque creo que eso es lo más importante, que llamen la atención e inviten a preguntarse de qué irá la novela. ¡Así que es justo lo que estaba buscando al elegirlos! Normalmente tengo un título de proyecto, provisional, con el que trabajo al principio (y a veces, con el que presento la novela a la editorial, incluso). Si el título funciona, es el que se queda. Esto es lo que sucedió con Cuento de otoño. Pero a veces hay que cambiarlo porque desvela demasiado sobre la novela, porque no es lo bastante atractivo o porque ya hay otra obra que se llama así, por ejemplo. Sucedió con Concierto para orquesta invisible, que se titulaba directamente como un concierto de Vivaldi (cuya estructura comparte la novela). La referencia a la orquesta invisible tiene que ver con algo que pasa en la novela y se le ocurrió a una de mis lectoras cero. Inquebrantables se titulaba Supervivientes, el cambio fue pequeño. Y A dónde van los dragones se titulaba de otro modo, pero otra lectora cero señaló que el título podía destripar un giro argumental inesperado de la novela, así que lo cambiamos por si acaso…
He visto que te has formado en diferentes ámbitos del teatro. ¿Cómo te influyen estas experiencias artísticas a la hora de escribir?
Sí, creo que todas las experiencias influyen a la hora de escribir. En concreto, el vínculo con el teatro me ha ayudado a hacer más ágiles los diálogos, me parece, y también más orgánicos. Tendría que releer textos míos anteriores a mi actividad en el teatro para poder comparar, pero es la sensación que tengo.
¿Cómo sabes qué idea es adecuada para una obra de teatro o una novela?
¡Qué pregunta tan interesante! La verdad es que no se me ocurre primero la idea y después decido cómo la voy a contar, así que nunca he tenido esa duda. Más bien, pienso “Me gustaría escribir una novela sobre esto” o se me ocurre algo que sería interesante ver en escena y empiezo a desarrollarlo en mi cabeza como obra de teatro. Quizá se deba a que algunas ideas son más visuales y desde el primer momento las veo sobre un escenario…
Como lector, he visto que te gusta sobre todo la fantasía, los libros de aventura y la ciencia ficción, ¿nos podrías recomendar algún libro de alguno de estos géneros? ¿Qué has leído últimamente que te ha llamado la atención?
Mira, te voy a decepcionar porque mi lectura favorita de 2018 es ciencia ficción ni fantasía, pero ¡me encantó! Así que no me puedo resistir a recomendarlo. Es La sociedad literaria del pastel de piel de patata de Guernsey, de Mary Ann Shaffer y Annie Barrows. Es maravillosa y la recomiendo mucho. En cuanto a 2019, de momento, lo mejor que he leído ha sido Moon Rising, la tercera parte de la trilogía Luna de Ian McDonald. Saldrá en español antes de verano, si no me equivoco. Ojalá lea algo que me gusté más en lo que queda de año, pero… está el baremo muy alto.
Por último, ¿tienes algún proyecto entre manos del que te gustaría hablarnos?
2019 viene cargado de proyectos especiales para mí. En enero la Editorial Cerbero publicó “Actos de F.E.”, una antología con una premisa muy interesante: presenta ideas que hoy son ciencia ficción pero que en un futuro cercano podrían ayudar a mejorar el mundo. Incluye un relato mío, “El lago de las estrellas”, que es especial para mí porque está cargado de guiños a la obra de otro autor. Esta primavera se publican dos novelas mías. La primera es una infantil, “Siete días en un planeta desconocido”, de Dilatando Mentes Editorial, con una edición adorable e ilustraciones de Jenni Conde Rojo. Es para lectores de siete años o más. Y la segunda es para adultos. Es una novela corta de la que estoy muy orgulloso porque obtuvo una mención del jurado del Premio UPC en 2018. No me lo esperaba, ¡fue una sorpresa cuando me enteré! Se titula “Nistagmo” y la publica Apache Libros. Va sobre un hombre, Simón, que se presenta voluntario para probar un fármaco en la última fase de ensayo clínico; dicen que cambia la vida porque añade de seis a ocho horas más a tus días… ¿y a quién no le vendría bien un poco de tiempo extra?
Bruno, muchísimas gracias por pasarte por el blog y por compartir tu experiencia. 🙂
Hasta aquí la entrevista de hoy. Si queréis leer alguno de los libros de Bruno, aquí tenéis la lista de sus novelas publicadas que podéis consultar en su web:
Una entrevista muy inspiradora. No sé cómo hace Bruno para escribir tanto. Es todo un ejemplo.
Hola Jorge,
Gracias por pasarte a leer la entrevista. Es muy inspirador ver todo el esfuerzo que dedica Bruno a la escritura. 🙂
¡Un saludo!
Muy interesante la idea de incluir claramente que no haya heterosexualidad asumida.
Begoña, gracias por pasarte a comentar y me alegro de que te haya gustado la entrevista a Bruno Puelles. 🙂
¡Un saludo!
Hola y gracias por este blog es una verdadera inspiración .. Sibilla Carver Orpheus